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viernes, 15 de abril de 2011

Por qué me gusta la política

La gente la ve aburrida. Los políticos son seres corruptos, inventores de promesas, arruinadores de personas y famosillos sin programa del corazón propio. La democracia, la dictadura, la monarquía y cualquier régimen en el que una persona (elegida por el pueblo o no) manda, es la forma más fácil de hacer difíciles las cosas. 
Junto con el dinero (no solo el sistema económico), la religión, la distinción de razas, la guerra y la violencia, es un mal que nos hemos inventado para ser infelices. 
Y la política promueve todo eso de arriba, aunque no todo junto: no hay sistema político sin sistema económico, y no hay político que no administre mal el dinero. Muchos sistemas políticos, como los árabes, se basan en la religión. Muchas naciones delimitadas políticamente equivalen a una raza, etnia, cultura cerrada y fóbica de los demás. Y muchas naciones (todas políticas) usan la guerra y la violencia para conseguir sus objetivos.
Dicen que el hombre es un animal social, pero también es un animal político. La política es el método natural de organización y selección natural del hombre. Manda el más fuerte, los demás le obedecen, y así convivimos, en teoría, de manera ordenada y eficaz. 
La política es la esencia del hombre, y precisamente, no la parte buena de la esencia. La política es competitividad, es afilar los dientes, es la búsqueda del poder que corrompe, es la fama, es la "impunidad".
La política es la forma más fácil de convertirnos en animales usando la razón.


Por eso, la política es fascinante. Y por eso, no me metería en ella.

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