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jueves, 31 de marzo de 2011

Siempre prometemos

El ser humano tiende a prometer cosas que no va a cumplir. Cuando abrí mi primer blog, proyecto de un cuatrimestre de clase de Periodismo Digital del segundo curso, me dije que iba a actualizar regularmente aún cuando el tiempo de evaluación hubiese acabado. Lo mantuve, lo intenté relanzar... y morí en el intento con mi auto promesa. Puede sonar estúpido, y tal vez lo es, pero había entradas en ese blog que no me gustaban, pero tampoco era capaz de borrar. Mi consciencia no estaba tranquila con ese blog, y acabé por odiarlo por cosas que estaban escritas hace más de un año. Hoy, antes de que comience el mes de abril, y en lugar de seguir arrepintiéndome y torturándome por las palabras escritas en código HTML (ya no existe la tinta, y mucho menos indeleble), el blog ha muerto en una ceremonia un poco extraña, en la cafetería de Filología de la Universidad de Valencia, en un aparato electrónico prestado (para no dejar huellas), y con la frialdad de la lata de Coca-Cola Zero enfriándome las manos. Dicen que todo final es un comienzo... la muerte de Depende del cristal con que se mire, es el nacimiento de Lo que tengo en mi cabeza. Prometo, al menos, dos entradas por semana, en las menos fructíferas. Me las prometo a mí, y a nadie más que a mí. Prometo hablar de todo lo que me indigne, porque como bien dijo un periodista ayer "El periodista que no se indigna, no es periodista". Es un blog sobre lo que tengo en esta cabecita que, según dicen, es crítica, irónica, y a veces demasiado cruel. Prometo, y esto va para mis lectores, no ser demasiado dura, y traer, de vez en cuando, el lado positivo de las cosas.