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jueves, 28 de noviembre de 2013

Me gusta. Lo quiero. Lo amo

Lo deseo. Deseo que esté en mi cama, que nos revolquemos entre las sábanas y saciemos nuestros más bajos instintos mientras nos quede aliento. Y una satisfechos, cansados y jadeantes, nos coloquemos nuestras ropas sin mediar palabra y volvamos a separar nuestros caminos.

Me gusta. Lo deseo, también. Pero a veces sueño que después de la pasión vienen unas charlas sencillas y superfluas, tal vez un cigarro, un poco de chocolate. Hay miradas fugaces fuera del acto sexual, hay coqueteo y un no sé qué que te eriza la piel cuando está cerca. Quieres evitar dar un paso más, no sea que las cosas se pongan complicadas.

Lo quiero. Perdí. Él gana. Hablamos, nos revolcamos, nos mimamos. Somos dos, pero por momentos parece que hay un solo ser. Siento que lo conozco desde siempre, pero en verdad no sé nada de su vida y la curiosidad me puede. El corazón me palpita fuerte cuando lo veo, y mi torpeza se acrecienta. No sé que me pasa, pero estoy de mal humor cuando no está.

Lo amo. Acá nadie pierde, pero tampoco gana. Somos felices. Las cosas van bien, son sencillas. Él es el único en mi vida, la persona que me da todo y con la que me siento un ser humano completo. Podemos vivir separados o juntos, vernos más o menos: los sentimientos no cambian. Tal vez a veces sintamos que esto no da para más, pero nos entendemos. Solucionamos. Vivimos. Amamos.


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